miércoles, 4 de enero de 2012

LA FALACIA DEL INDIGENISMO ORIGINARIO..FOREIGN OFFICE DETRAS





Primera parte
Por Jorge Oscar Sulé


A PROPÓSITO DE LOS PUEBLOS ORIGINARIOS


Desde hace un tiempo hemos escuchado la expresión “pueblos originarios” para designar a los indios americanos y particularmente a los nuestros de Argentina. La expresión generalizada por los medios de comunicación masivos sustentados por las multinacionales del dinero, y repetida incluso por los más altos rangos de nuestra representación política, conlleva una idea que conmueve los cimientos del conocimiento etnológico, paleoantropológico e histórico asentados en esas ciencias.


Es decir que nuestro indio habría nacido en América. En otras palabras, que nuestro continente habría sido el escenario donde naciera originariamente el hombre americano.


Ante tamaña aserción fuimos a buscar en el conocimiento de los sabios y científicos, si la información que el hombre y los pueblos de América eran “originarios” de nuestro continente, o si se trataba de un nuevo y colosal disparate surgido de las usinas del indigenismo, de donde suelen deslizarse conceptos que esconden concupiscencias e intencionalidades ideológicas.


Algunas dataciones humanas


Nuestra breve incursión investigativa nos dio los siguientes resultados. Los fósiles homínidos más antiguos descubiertos en África y llamados ardipithecus y australophitecus son datados en más de 4.000.000 de años. Un australopihtecus datado por el potaso-argón registra una antigüedad de 3.200.000 años pero no es “homo” ya que no se encuentran junto a éstos fósiles herramientas y utensillos, pero tienen una particularidad significativa, están ya verticalizados, tienen andar bípedo aunque sus manos aún parcialmente siguen estando dotadas para trepar árboles. Este homínido hembra lleva el nombre de Lucy, designada por el paleoantropólogo Donald Johanson que la descubriera tras paciente investigación en Etiopía en región cercana a la tribu llamada Afar, de allí que Lucy lleve el nombre de australopithecus afarensis.


Cercana a esa región del África comienzan a encontrarse fósiles ya acompañados de herramientas y utensillos: estamos ante la presencia de los primeros homo. Un esqueleto descubierto por Richard Leackey al que denominó homo erectus, está datado en 1,540.000 años y Lowis Leackey anunció el descubrimiento de un cráneo que denominó homo habilis y se lo dató en 1,800.000 años. Estos fragmentos de cráneo reconstruidos no superan los 1.000 cm3. de masa encefálica pero están rodeados de herramientas prehistóricas cuya estratigrafía se corresponde con los años ya consignados. Otro descubrimiento hacen los Leackey en Kobi Fora (África) que lo dató en 2.800.000 años y que clasificó de “homo 1470” aunque está en discusión su naturaleza de homo.


Estudios del ADN-genoma que detecta entre otras cosas las huellas de la evolución han revelado que el hombre anatómicamente moderno el Homo Sapiens Sapiens (¿heredero de los anteriores?) surgió en África entre los 200.000 y 140.000 años. No fue la única especie humana ya que fue detectada una población de cráneo alargado, cuerpo robusto y bien adaptado al frío, que se denominó Neandertal entre los 100.000 y 30.000 años habiendo coexistido con el hombre moderno. La mayoría científica lo cree extinguido ya que no habría interfertilidad con el Homo Sapiens Sapiens.


Con la desaparición del Neandertal el Homo Sapiens Sapiens se convirtió en la primera especie global de la evolución de los homínidos.


Estos humanos son los que constituyen los primeros “pueblos originarios” que comenzaron su emigración o dispersión primero hacia el norte de África. Luego se dirigieron hacia el Cercano Oriente, Australia, Europa y Asia y por este continente hacia América durante y después de la última glaciación (entre 30.000 y 20.000 años).


No existe en todo el mundo científico, antropólogo, paleontólogo, arqueólogo o historiador que afirme que el indio sea originario de América. Todos están contestes que éstos llegan a América a través del estrecho de Bering hacia el final del cuaternario especialmente después del retroceso glaciar (20.000) procedente de Asia (actual Siberia, Mongolia, Tibet, etc) y por el corredor de Beringia.


Estos emigrantes asiáticos, aún perteneciendo a la misma raza, no eran homogéneos desde el punto de vista étnico y cultural: correspondían a diversos subtipos de raza amarilla, hablaban lenguas diversas y tenían niveles civilizatorios distintos.


Los sabios que han estudiado el tema, entre ellos Ales Hrdlicka, no remontan la antigüedad del hombre americano más allá del final del Pleistoceno.


Los científicos Kurk Bryan y Louis Ray piensan, después de extensas y profundas investigaciones, que los fósiles humanos encontrados en América del Norte no pueden ser superiores a una antigüedad de 25.000 años.


No hay que olvidar a otro grupo de científicos, que sin desconocer la vía de acceso por Bering, también afirman que hubo emigraciones oceánicas por el Pacífico norte y por el Atlántico norte.


LA SITUACIÓN EN ARGENTINA


Se estiman varias emigraciones procedentes desde el ya registrado estrecho de Bering y por otras arribadas.


Haciendo un resumen, con todo el riesgo que toda simplificación significa pero siguiendo el pensamiento de nuestros grandes científicos, podemos estimar en cuatro las inmigraciones que cubrieron partículas de nuestro territorio y más allá de nuestros límites; los llamados FUÉGUIDOS, los PÁMPIDOS, los AMAZÓNIDAS y los ÁNDIDOS.


Recientemente efectuado por investigadores del museo de Ciencias Naturales de la Plata se ha detectado un asentamiento en cercanías de Pino Truncado (Prov. de Santa Cruz) con una antigüedad de 12.890 años. Entre esa fecha y los 10.000 años, fueron los fuéguidos y los pámpidos los que se habrían establecido. Vienen de pueblos asiáticos no mongolizados ambos dolicoféfalos y con un nivel preagrícolo. Los sobrevivientes de los fuéguidos que se encuentran en proceso de extinción en el siglo XIX, son los onas o selknam, yaganes o yamanas y alacalufes: son nómades cazadores menores, recolectores y depredadores marinos. El grupo pámpido se lo ubica en la sabana y estepa patagónica pasando por la llanura pampeana y llegando a la boscosa. Son nómades cazadores mayores más corpulentos y altos que los anteriores y con sus diferencias idiomáticas sus descendientes van desde el patagón con sus dos divisiones a Oniken al sur y Gunüna Künen o Genaken (tehuelche) al norte patagónico, hasta el guaycurú del chaco que cubre una familia lingüística a la que pertenecen los tobas, matacos, mocovíes, etc.




El grupo Amazónida con datación por debajo de los 5.000 años ya vienen con la agricultura: el grupo mayor descendiente de aquéllos es el guaraní que se ubica generalmente en Misiones. No aparecen como un todo continuo sino en pequeñas ínsulas a lo largo de la ribera del Paraná y sus islas. Fueron pequeños núcleos de hábitos migratorios sin construir un Estado continuo; de costumbres antropofágicas y prácticas guerreras. Cultivan en los claros de la selva la mandioca, batata, el zapallo, etc.


El grupo Ándido es el que encuentra el español a lo largo de los Andes y sus estribaciones. Sus dataciones son por debajo de los 2.000 años.


Lo que consignamos a continuación en nuestro país corresponde a la época denominada Período Tardío, en el Noroeste que va desde el 850 d.c hasta el 1480 d.c aproximadamente, que comenzaría el período de dominación incásica. A este grupo pertenecen los purmamarcas, jujuyes, omaguacas, atacamas y diaguitas. De la quebrada de Humahuaca tenemos poca información; de sus costumbres solo se puede decir que están relacionados con la guerra, con el culto del cráneo trofeo y el uso de alucinógenos.


Hacia el año 1480 aproximadamente se estima el momento de la llegada de los incas (Ándido) cuya conquista abarcó todo el N.O argentino extendiéndose a través de los valles hasta San Juan y Mendoza continuando su recorrido hacia Chile hasta el río Maule frenados en estas regiones por el arauco o mapuche. De su presencia quedan como testimonio los llamados tambos, centros de aprovisionamiento, y los pucará como el de Andalgalá y el de Tilcara, centros de acantonamiento militar.


El grupo lule ubicado, al este de los guaycurúes, ramal de procedencia quizás del antiguo pámpido se asentaron sobre la llanura boscosa y el pede monte de las sierras pampeanas y subandinas. “Frecuentemente caníbales asolaban territorios hostigando a las tribus sedentarias de los valles…Su acción devastadora fue tal que un cronista consigna que si el español no hubiera llegado a esa zona los lules hubieran terminado por destruir a todos aquellos pueblos”.


Ya con anterioridad los lules habían invadido y dominado a los tonocotés de Santiago del Estero.


Las Sierras Centrales (Córdoba y San Luis) atesoran restos datados en 6.000 años. Con posterioridad se instalaron núcleos agroalfareros llamados comechingones y sanavirones, quizás de procedencia ándida, datados por el carbono 14 hacia el 1.000 d.c.


Del mismo ramal ándido quizás sean los huarpes que acompañando a Pedro del Castillo y cincuenta vecinos venidos de Santiago de Chile fundaron Mendoza en 1561.


Creemos que el araucano o mapuche es ramal también ándido que hacia el siglo XVIII de nuestra era penetró desde Chile hacia territorio argentino en busca del yegüerizo traído por Pedro de Mandoza y la hacienda dejada por Garay multiplicada prodigiosamente. De esta invasión son víctimas los Guenaken (tehuelche) que casi fueron exterminados. De esta manera el araucano se convierte en cazador errante, degradando su condición anterior de pueblo sedentario agricultor.


El pehuenche es cordillerano (Ándido siglo XVI) no mapuche, con idioma propio, recolector y cazador con prácticas de agricultura: se ubicaron en el sur de Mendoza y Neuquén. Fue amapuchado posteriormente por las luchas intertribales. Una de sus ramas, el ranquel, también de inmigración tardía procede del río Agrio superior en el norte del Neuquén montañoso. Después de sangrientas luchas intertribales con mapuches y huilliches con quienes se mezcla, emigran hacia 1770 aproximadamente hacia la provincia de la Pampa a las orillas de las lagunas de aguas dulces como Leuvucó, Trenel, el Cuero, Pitral Lauquen y otros lugares de esa provincia. El voroga o borona, de estirpe mapuche, viene de Chile después de la batalla de Maipú. Allá en su mayoría apoyaron al Virrey de la Pezuela, por lo que se enfrentaron con otros vorogas que apoyaron a los ejércitos patriotas. Estas luchas intertribales verdaderamente sangrientas cubren un capítulo de la Historia de Chile que allá se denomina “Guerra a Muerte” .


Después de aquel triunfo de San Martín sobre los realistas, los vorogas derrotados ya en territorio argentino acompañados por efectivos leales al poder español, desertores y aventureros se instalaron primero en la Sierra de la Ventana expulsando a grupos pampas y luego prefirieron instalarse en las zonas de Guaminí, Carhué, Epecuén, Masallé (sudoeste de la provincia de Buenos Aires) y en Salinas Grandes en el este de la provincia de la Pampa lindando con Buenos Aires.


Los llamados pampas desplazados de Sierra de la Ventana se replegaron con sus pares ubicados en territorios del actual partido de Tapalqué, Azul, Olavaria, Tandil. Los pampas son fruto también de varias mestizaciones: el querandí que encontró Mendoza en Buenos Aires desapareció de la región; o bien se replegó al hábitat guaranítico o bien se dirigió al sur mezclándose con el viejo pámpido. A esta conjetural mestización del antiguo pampa siguió otra no tan conjetural como fue la producida por la penetración del gününa Küne o guenaken que viene del norte patagónico penetrando en la provincia de Buenos Aires en un proceso que algunos llamaron la “tehuelchización de la pampa” cuyo alcance e intensidad se discute. Con posterioridad a esta mestización se sucedieron otras por la invasión del mapuche procedente de Chile que penetró a este espacio atraído, como dijimos anteriormente, por la hacienda en general. Estamos en el siglo XVIII en que el idioma mapuche con variantes se ha impuesto a los anteriores sin que los indios viejos hayan olvidado su procedencia e idioma anteriores.


De allí que el pampa tenga relaciones amistosas con el tehuelche septentrional (gününa Kúne) o Guenaken, una de las raíces más antiguas y no con el voroga, inmigrante tardío, que se ha ubicado como dijéramos en el sudoeste de Buenos Aires en la segunda década del siglo XIX.


Estudiando la toponimia bonaerense se pueden advertir las huellas de las distintas invasiones o inmigraciones sobre los pámpidos: por ejemplo, arroyo Tandileufú, arroyo Lagueyú en el partido de Ayacucho, el arroyo Chelforó en Gral. Guido, Kakel Huincul en el partido de Maipú son denominaciones o toponimias de etiología araucana en tanto Cashuati, denominación de Sierra de la Ventana, Napostá arroyo que cruza Bahía Blanca, Chivilcoy, Sierra de Volcán o Vulcan del partido de Balcarce Guaminí y otras son de etiología tehuelche septentrional.



LOS NÚCLEOS MÁS IMPORTANTES EN AMÉRICA



Las áreas culturales de mayor desarrollo fueron: 1.- La Náhoa con centro en el pueblo azteca, Méjico. 2.- La Maya-quiché (península de Yucatán hasta Panamá actual)., 3.- La Chibcha (desde Panamá hasta Colombia). 4.- La Incásica con núcleo en Perú y proyección hacia Ecuador al Norte, el N.O argentino y hasta el centro de Chile (regiones aproximadas).


No describiremos los múltiples aspectos de estas civilizaciones que ostentan el grado más alto de organización gubernamental, de gran desarrollo agrícola y manifestaciones artísticas sino ciertas características distintivas que nos orientan en el enfoque de nuestro tema.


En la náhoa azteca vemos una federación de comunidades con un núcleo central militarizado, ya que no han podido dominar a todos los pueblos, y con prácticas religiosas consistentes en sacrificios humanos y antropofagia. En el área maya-quiché se destaca la arquitectura y el calendario aunque también crueles prácticas religiosas. En al área chibcha se destaca un pueblo de orífices notables. Los incas con base en Cuzco tienen una mejor organización política que los náhoas mejicanos: son constructores de caminos y sistemas de riego complejos; acá se encuentran disminuidos pero no desaparecidos los sacrificios humanos. Estos pueblos a su debido tiempo fueron invasores y practicaron la esclavitud. Los aztecas, tributarios de los tepanecas, vencieron a éstos y conquistando a otros pueblos se instalaron finalmente en el valle de Méjico donde había varios lagos, fundando la ciudad que llamaron Tenochtitlan o Mechttli (Méjico) hacia el 1.300 de nuestra era, doscientos años antes que llegara Cortés.


Antes de los Incas, dominaron sobre la costa otros pueblos llamados yungas que dieron origen a la civilización llamada de Tiahuanaco antes de la era cristiana pero fueron dominados por guerreros conducidos por los llamados incas, élite militar que procede de lugares geográficamente más altos que finalmente dieron nombre a toda una época. No hay duda que estos pueblos conquistadores fueron los más adelantados de América asentados sobre una base agrícola avanzada. Efectivamente, la agricultura trae el sedentarismo, formas organizacionales más complejas y más tiempo para dedicarse al desarrollo de la arquitectura, las artes y al final la escritura (cuneiforme o ideográfica). No obstante, no llegaron a otros niveles civilizatorios más altos porque no conocieron los cereales panificables (trigo, avena, cebada) la rueda como medio de transporte, el arado, el torno, el hierro, el vidrio, el caballo o los grandes cuadrúpedos que dan carne y leche en forma masiva a los pueblos entre otras cosas. Es por ello que se afirma, teniendo en cuenta estos datos, que el mundo indígena americano está recién en el Neolítico medio o reciente, teniendo un atraso civilizatorio con respecto al Asia (por ejemplo China), Medio Oriente y Europa de 2.000 años o más. La brecha es mayor tratándose de los indios ubicados en regiones argentinas.


Concluimos afirmando que América en su conjunto es un continente de población reciente. El hombre americano no es autóctono.


Señalemos antes de seguir adelante que la gloria y el prestigio de un país no dependen de su pasado más o menos remoto y que si América ha sido poblada tardíamente no hay razón alguna para sentirse humillado como no la tiene el África para enorgullecerse por haber sido la cuna de la humanidad.


Hacia el final del siglo XV llegaron a América otros inmigrantes conquistadores en navíos incomprensibles para los indios. Navíos gigantescos con velas cuadras y las triangulares que se movían o giraban pudiendo dar siempre la cara de la vela al viento aunque venga de frente o de costado (carabela), con timón o gobernalle con prescindencia de la espadilla y sin remos laterales, con la aplicación de la brújula y el astrolabio. Pero traen otra cosa, dos maderos en cruz….Comienza otra historia.



j.o.s



The Times of the World, publicado por “Times Books”. Año 1999


González Rex-Pérez J. A “Argentina indígena” pág 113 Editorial Paidós 1990.


Fernández, Jorge: “Historia de los indios Ranqueles”. Instituto Nacional de Antropología y Pensamiento Latinoamericano. Buenos Aires. 1998.


Vicuña Mackena, Benjamín: “El ostracismo de los Carrera”. Universidad Nacional de Chile.


Casamiquela Rodolfo, Funes Derieul Carlos, Thill José P. “Toponimias indígenas”. Fundación Ameghino. 2003.

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